Hay una flor
impaciente. Tímida aun, pero valiente. Atrevida, aunque lo duden. Ha salido.
Floración precoz, pre-foliar incluso. Se adelanta a las hojas. Asoma la
primera-primavera. Parece frágil, no resistirá una helada tardía. Pobre ilusa.
Quién la va a cobijar. Pensamos. El Sol ha debido engañarla, y la primera brisa
la hará caer. Tan bonita, y desprotegida, cayó rendida entre los rayos de luz.
No pudo resistirse. Se sonroja cuando la miran, y deja mostrar su tono más
rosado. Inocente, provoca sonrisas. No durará. En su delicadeza, la admiran. Es
única. Pero a distancia, sin dar la mano a la confianza. Pues vendrá la
primavera, con mil colores, más brillantes. Mejor estación y apuestas seguras.
Entonces el viento llega, y lo único que tira por el suelo son las palabras
bonitas. No estaban ancladas. La flor sí. Y permanece. Sorpresa para algunos,
los que confundían la compasión con lástima. Y se equivocaron, porque miraron
al revés. Las hojas no son condición necesaria,
aunque sí suficiente para no creer. Y en realidad es el Sol quien se cautiva.
La flor es fuerte. Más de lo que piensan. Y sabe cuándo anunciar el cambio de
estación.
"Quién dijo que no es flor de primavera. Es la primera en verla." 💮
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