"Vida
planeada", dulce engaño. Sobre todo para uno mismo. Planes a largo plazo,
no son más que ideas utópicas, ideales, bocetos a lápiz. Un "todo está
bajo control" tranquiliza, gusta. Está bien, pero la vida no entiende de
cuadrículas ni de casillas. No siempre se adapta. No siempre pide permiso. A veces
sí. A corto plazo, ¿qué vendrá? No creo que haya casualidades. Todo es causa y
consecuencia, que juegan con la sorpresa.
Tener un
horizonte no impide que existan dos caminos. O más. Todo el mundo sabe que los
trazos a lápiz no son definitivos. Y a medida que avanzas, ese primer objetivo
puede cambiar. Puede que no. Nada es seguro. Ni siquiera un sendero llano. Así,
piedra no es sinónimo de tropezar. Ni viento equivale a romperse. Saber saltar,
agarrarse fuerte al manillar, saber ser flexible.
Decisiones,
incertidumbre. Vida al fin y al cabo. "Nunca digas nunca".
Equivocarse, arrepentirse, es probable, y no siempre es fácil saberlo. Pero
aprendemos. De todo. Con todo.
Y sin darte
cuenta, los caminos llegan. Y se van. O se esconden. El "día a día"
parece ser el único plan. Y si decides andar, los pasos que das serán la única
decisión urgente.
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"Caminante, no hay camino, se hace camino al andar." |